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"A pesar de los muchos años transcurridos, F nunca olvidó el día en que, desde el otro lado de la calle, pudo observar por primera vez aquel viejo edificio de piedra de los juzgados. Le pareció entonces disforme, sombrío y triste; y el hecho de haber servido de sede al tribunal de la santa inquisición, y de marco a sus juicios sumarísimos de ordalía y potro, no disimulaba precisamente su fealdad. Avanzaba hacia su final uno de los últimos veranos de la segunda mitad de la década de los setenta, convertido septiembre, otro año más, en un larguísimo lunes, cuando F, con su traje, corbata y maletín, contemplaba aquella fachada, carente de cualquier atisbo de elegancia - pero no de adusta dignidad -, sin imaginarse lo que le esperaba tras aquella gran puerta de madera, a cinco escalones de piedra de la acera..." Lo que le esperaba, y espera al lector, es crimen, corrupción, venganza..., y todos los ingredientes de la "noir fiction", cuando el caso de una joven que se precipita a la acera desde un cuarto piso se archiva en un juzgado de Madrid como suicidio, pero una nota de denuncia entregada al fiscal equivocado, informando de que se trata en realidad de un crimen, pone en marcha una investigación que tropezará con todo tipo de obstáculos y peligros. También dejará al descubierto que la impunidad puede ser humo cuando habita una conciencia culpable.